miércoles, abril 24, 2024
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Columna libre: Candidatas para el cambio

Por fortuna, el método del engaño se ha hecho cada vez menos eficaz para garantizar la supremacía dentro de un electorado que día por día se hace más reacio a dejarse aborregar por quienes lo utilizan en complemento a las tradicionales ofertas demagógicas y a la inescrupulosa compra de votos.

aida avella y clara lópez

Rodrigo López Oviedo

Llegó el fin de la primera vuelta de un proceso electoral que poco a poco se fue cargando de malos argumentos de algunos candidatos contra otros, particularmente de los que defienden políticas en boga, que tantos problemas le han incrementado al grueso de la población.

Esos malos argumentos siempre han estado presentes en las campañas a los cuerpos colegiados, pero también en las que desbrozan caminos hacia elecciones uninominales, sin que hayan dejado de emplearse en las contiendas por la presidencia de la República.

Lo característico de la actual es que los argumentos de quienes aspiran a la continuidad de las políticas oligárquicas han estado tan subidos de tono que han escandalizado incluso a espíritus muy tolerantes con semejantes procederes. Espionajes con alta tecnología, gravísimas acusaciones sobre hechos ante los cuales se había mantenido una reserva cómplice, uso ilícito de bienes y dineros públicos en beneficio de sus campañas, millonarias sumas de origen descompuesto y agravios desmedidos son solo ejemplos demostrativos de que el grado de descomposición entre estos contendores ha alcanzado cimas hasta hoy desconocidas.

En medio de tales dimes y diretes, la paz ha emergido como el gran argumento a través del cual esos candidatos del establecimiento pretenden marcar diferencias. Se ha llegado al punto de hacer creer que para que haya paz se debe votar por Santos, o por Zuluaga si se quiere evitar la impunidad. Lo cierto es que con argumentos como los de Zuluaga, Álvaro Uribe dirigió al país sin que se garantizara la ausencia de impunidad. La historia de los paramilitares así lo demuestra. Y con argumentos “pacifistas” como los de Santos, el país sigue desangrándose sin que haya garantía de un punto final mediante la reelección.

Por fortuna, el método del engaño se ha hecho cada vez menos eficaz para garantizar la supremacía dentro de un electorado que día por día se hace más reacio a dejarse aborregar por quienes lo utilizan en complemento a las tradicionales ofertas demagógicas y a la inescrupulosa compra de votos. Esto ha hecho que la distancia electoral que separa a los candidatos del establecimiento de los de la oposición sea cada vez más estrecha, no tanto porque estos hayan elevado su votación, sino porque los otros la han disminuido.

La única garantía de que haya un cambio de vientos en la nave es la que ofrece Clara López con su fórmula vicepresidencial, Aída Avella. Estas valerosas mujeres no solo se han sustraído de los métodos aquí mencionados, sino que han dejado en su campaña la impronta de los cambios que el país necesita para conquistar la paz con justicia social, democracia y soberanía.

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