jueves, abril 18, 2024
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Cartagena: Efectos de la inseguridad

El Estado nunca ha generado programas que resuelvan el flagelo del desempleo, convirtiendo a las Fuerzas Militares y de Policía como el único sitio de estabilidad laboral, ignorando su verdadero deber, que es “garantizar la convivencia y seguridad ciudadana”.

Kelly Zapateiro

Alberto Bermúdez

Agrupados en Cenaprov, un movimiento urbano organizado en torno al derecho al espacio residencial y a la vivienda, y acostumbrados a la invisibilidad y al abandono del Estado, pero dispuestos a crear sus soluciones, un centenar de familias emprendieron una difícil tarea: resolver su problema de vivienda. Un gran grupo de mujeres organizadas trabajaron con ese objetivo. Al interior de esa muchedumbre se encontraba una joven mujer de apuesta figura con suave y delicadas manos, pero cargada de una densa personalidad y de profundos pensamientos.

No teníamos la menor idea de que Socorro Martínez, junto a su pequeña hija Iris Guzmán, serían bastiones importantes para alcanzar la meta final: fundar el barrio El Libertador, enclavado en la zona industrial de Mamonal de la localidad industrial de la Bahía al suroccidente de Cartagena de Indias.

Pasó el tiempo y el barrio fue creciendo y desarrollándose, al igual que la niña Iris, a quien le tocó independizarse, de manera que adquirió su propia vivienda y poco a poco la compañera fue ampliando su casa pero no para dar paso a la familia que crecía, sino para resolver otra de las necesidades que el establecimiento aún no ha logrado resolver: el empleo, utilizando el arriendo como una de las alternativas de subsistencia.

Aun cuando residen en cercanías de la zona industrial de Cartagena, podríamos decir que ni el Estado ni la misma zona nunca han generado programas que resuelvan el flagelo del desempleo, convirtiendo a las Fuerzas Militares y de Policía como el único sitio de estabilidad laboral, como producto de la desindustrialización del país, ignorando su verdadero deber, que es “garantizar la convivencia y seguridad ciudadana”. Cartagena no se escapa a esta realidad.

Vale la pena señalar un caso preciso ocurrido en cercanías de la estación de policía Manzanillo del Mar hace pocos días en esta ciudad sufrida y abandonada por las autoridades locales y nacionales, que solo la utilizan con el pretexto de ciudad histórica para su propio beneficio, olvidando que existe un pueblo que resiste ante su abandono, testigo de la ingobernabilidad en la que está hace mucho tiempo.

El caso tiene que ver con el asesinato a sangre fría de una humilde joven a quien pretendieron robarle a su bebe, Kelly Zapateiro Guzmán, encantadora mujer de escasos 27 años, en la plenitud de su vida y gozando de la belleza que toda mujer posee a tan maravillosa edad, querida por todo El Libertador, barrio que la vio nacer, el mismo en el que su abuela, nuestra querida compañera Socorro Martínez, con sus gestas de lucha por la vivienda al lado de Cenaprov, obligó al establecimiento a legalizar un proyecto de vivienda, a falta que las administraciones gestionen proyectos para tal fin.

Los presuntos asesinos, un agente de la Policía Nacional, capturado después de emprender la fuga, y su mujer, detenida cuando intentaba engañar al personal médico de una clínica de la ciudad diciendo que había parido. La sospechosa mujer, vecina en el segundo piso de la residencia de Kelly, está hoy a órdenes de las autoridades y el bebé se encuentra bajo responsabilidad del ICBF, que viene trabajando sobre el desarraigo del medio familiar del menor y el derecho a tener familia, como principio fundamental de esa institución. Probablemente la custodia del menor sea otorgada muy pronto a Iris Guzmán, madre de Kelly.

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