lunes, marzo 18, 2024
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Carta política: Hacia el 84 Aniversario del PCC

Estamos ante un crecimiento, una reconfiguración de fuerzas y nueva proyección de posibilidades de la unidad de la izquierda.

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Departamento Político Nacional
Partido Comunista Colombiano

Lo nuevo en la situación política

La composición electoral que hizo posible el primer gobierno de Juan Manuel Santos se apoyaba en una base política uribista. Ahora, Santos logra la reelección con el respaldo explícito y crítico de la mayoría de la izquierda. Las consecuencias de esta situación muestran un apoyo puntual a un proceso de solución política, no obstante estar enmarcado en una política de guerra contrainsurgente sin cese al fuego en donde el régimen busca imponer una forma de paz sin democratización ni reformas sociales de fondo.

En segundo lugar, señala una intromisión de las fuerzas comprometidas en la lucha por la solución política en las posiciones disímiles de dos fracciones de la clase dominante para respaldar a la que representa una mínima oportunidad de hacer progresar el camino de un acuerdo de paz.

En tercer lugar, hace explícita una táctica de aprovechar y profundizar las diferencias de los sectores dominantes para blindar un proceso considerado inicialmente por el propio Santos como aleatorio y descartable.

En cuarto lugar el resultado del 15 de junio ha especificado más claramente dónde está el enemigo principal y cuál es el riesgo principal del proceso, sin perder de vista la dura batalla social y política del campo popular con la política de clase, antidemocrática y proclive a las concesiones a la extrema derecha que representa la fracción santista de la gran burguesía colombiana.

En quinto lugar Santos gobernará con una fuerte presión de su propia clase en términos de su modelo social neoliberal y de los poderosos factores guerreristas incrustados en el poder económico y en el Estado. Por eso, su victoria electoral no atenúa la contradicción entre los sectores dominantes, que pretenden perpetuar con la guerra sus odiosas fuentes de enriquecimiento y el grueso de la sociedad que anhela una solución política para poner fin al drama de la guerra contrainsurgente.

Despuntan nuevas oportunidades

Desde el campo popular, la lucha por la paz está adquiriendo una nueva legitimidad, de cara a los sofismas satanizadores del militarismo y la derecha en el poder. La vigilancia y la movilización popular están a la orden del día. Las banderas de cese al fuego bilateral, cese de bombardeos en regiones agrarias, fin a los falsos positivos, reconocimiento y liberación de los presos políticos, garantías para las expresiones de la inconformidad popular, están vigentes.

Lo mismo la lucha por las reformas política electoral, el estatuto de la oposición, la reforma agraria, laboral, de la salud y de la educación. Se legitiman aun más las exigencias al gobierno frente al proceso de diálogo de paz, las reivindicaciones sociales, agrarias y laborales y las reformas políticas democráticas.

Surge la perspectiva de un nuevo peso del movimiento social y de la izquierda en la vida política. Puede abrirse paso un cambio en la correlación entre oposición de izquierda y poder dominante, cambio que puede ser favorable a condición de una fuerte presión y movilización de masas permanente. En este sentido afloran posibilidades de lucha para alcanzar logros favorables al pueblo en el tema social, el fortalecimiento del proceso de paz, la concreción de reformas políticas, de reformas a la salud, la educación y laborales. Todo ello exige una acción de masas organizada y unitaria de los movimientos reivindicativos sociales y populares, sobre todo del movimiento de los trabajadores sindicalizados.

Así mismo se están creando las condiciones para una nueva perspectiva hacia la asamblea constituyente: a) la unidad favorece una mutación positiva de la correlación de fuerzas en donde la izquierda puede tener una gravitación significativa y no marginal; b) los temas de la apertura democrática permiten exigir la aplicación de inmediato de los contenidos en garantías y derechos del preacuerdo de la Habana sobre el punto 2 de la agenda, principalmente el estatuto de la oposición y la reforma electoral que debe incluir por lo menos el hacer posibles las coaliciones a corporaciones, la supresión del umbral, la personería para la UP y para los movimientos políticos de la izquierda que surjan con el proceso de paz.

De amigos y de adversarios

Hay quienes opinan en la izquierda que el tema del tránsito de la guerra a la paz no es el problema más complejo y crítico de la sociedad colombiana. Con la afirmación de que ‘no le han declarado la guerra a nadie’ (¡!) simplifican e invisibilizan la antidemocracia y el terrorismo de Estado en tanto componentes del modelo económico y social en que se sustenta el sistema. Con esa lógica subestiman el factor de la guerra contrainsurgente como parte de la política de clase contra el pueblo, con su enorme costo humano, social, económico, en pérdida de soberanía y también en degradación de los derechos y libertades democráticos.

Y subestiman el “uribismo” que es aún una poderosa fuerza caudillista enquistada en el Estado, no solo como un fenómeno electoral que pretende copar el espacio de la oposición al gobierno. Su derrota en la presidencial deja en pie su bloque parlamentario y su propósito de obstaculizar los esfuerzos por establecer una auténtica política de paz de Estado así como su apetito por el copamiento de los gobiernos regionales en 2015 con el apoyo de sus aliados entre los terratenientes y en las mafias narcoparamilitares.

El frente amplio

En el marco de las coincidencias de un bloque de fuerzas a favor de la solución política se fortalecen las propuestas hacia el frente amplio desde varios sectores con posturas diferenciadas: en la conjunción de coincidencias el tema predominante es la paz con justicia social. En los intercambios iniciales están surgiendo varias ideas.

En primer término el frente amplio es en el momento un proceso en construcción.

Expresa las coincidencias a) en favor de la solución política negociada a la guerra, el apoyo a la mesa de diálogo entre gobierno e insurgencias, el respaldo y promoción del mecanismo de refrendación que acuerden las mesas de diálogo, la exigencia de abrir el diálogo formal con el ELN y el EPL y acordar el cese al fuego bilateral; b) Reformas democráticas necesarias para la paz, como la reforma al modelo económico para el buen vivir y la justicia social y la reforma al régimen político que dé garantías democráticas y participativas a la sociedad colombiana; c) Cumplimiento del gobierno nacional a los acuerdos con los movimientos sociales y garantías para la oposición de movimientos sociales y políticos.

Hasta el momento, vienen participando las siguientes entidades y procesos: Colombianas y Colombianos por la Paz, Conpaz, Presentes por el Socialismo, Progresistas, Fecode, USO, Polo Al Sur, Alberta Frente, Congreso de los Pueblos, Poder Ciudadano, Vamos por los Derechos, Sectores Alianza Verde, Anafro, ONIC, Cajar, Clamor Social por la Paz, Partido Comunista Colombiano, Unión Patriótica, Marcha Patriótica, Fuerza Común. En el nivel regional, participan otras agrupaciones.

En segundo lugar, la perspectiva del frente es la de conquistar un gobierno democrático pluralista e incluyente en 2018, con la tarea de concretizar y profundizar las reformas democráticas para consolidar las condiciones de la paz y avanzar hacia la justicia social. Actuar con independencia del poder dominante y como oposición democrática y popular a su política de clase recoge el sentir de la mayor parte de sus actuales integrantes.

Expresa el proyecto de una transición con base en un nuevo bloque alternativo popular cuyo núcleo dinamizador dirigente represente las corrientes comprometidas con la ampliación y la profundización de la democracia. En esa dirección cobran sentido el papel movilizador y organizador de los comicios locales y regionales de 2015.

Estamos ante un crecimiento, una reconfiguración de fuerzas y nueva proyección de posibilidades de la unidad de la izquierda.

Los comités departamentales y regionales del PCC deben integrarse a la coordinación de las giras promocionales del frente y prever sus propias iniciativas en preparación de la gran movilización nacional, cuya fecha aún no está definida.

En tercer lugar, la lucha popular de masas conforma, proyecta y amplia la base social del frente amplio. Este no es un nuevo partido y su perfil no es exclusivamente electoral. El eje principal de esa base social es la unidad de los trabajadores, la movilización popular de masas, en particular en el momento presente el fortalecimiento de la CUT con la ampliación de la participación y mayor representatividad de su sexto Congreso, el reforzamiento de su unidad en torno a las posiciones clasistas, el compromiso con la batalla por los derechos democráticos y reivindicativos del conjunto de los asalariados y con la búsqueda de la paz.

En ese camino, apoyamos la movilización continental de los trabajadores promovida por el Encuentro Sindical de Nuestra América, por la paz con justicia social en Colombia prevista para el 1 de agosto y la preparación del encuentro sindical unitario alternativo, previsto para los días 11 y 12 de septiembre en Bogotá.

El frente amplio no es la “tercera vía”

Santos pasa a la ofensiva con el diseño de su nuevo gobierno, inspirado en la decadente “tercera vía”, hoy en total bancarrota a nivel planetario. La respuesta desde el frente amplio es la plataforma de la paz, tal como ella se piensa desde las fuerzas democráticas y las fuerzas revolucionarias. En un momento distinto de la disputa política donde poder surgir una recomposición de los escenarios políticos, construida mediante los acuerdos de paz y la acción de masas del pueblo, importa entender el papel de los revolucionarios y de las fuerzas democráticas.

Un reto complejo a resolver es: ¿Cómo hacer avanzar hacia la izquierda el proceso de paz? ¿Cómo vencer el desfase entre los eventuales logros de la paz y el atraso del sistema en relación a las reivindicaciones de los movimientos agrarios, de las luchas de la salud, la educación, los servicios públicos, la vivienda, las garantías laborales? ¿Cómo detener las contrarreformas a favor del militarismo, las transnacionales minero-energéticas, los terratenientes y el modelo neoliberal?

La paz necesaria está adquiriendo nuevos contenidos. La necesidad de darle fuerza a problemas muy sentidos: la defensa del agua, de los territorios y del medio ambiente frente a la depredación minero-energética; las zonas de reserva campesinas en el marco de una reforma agraria y de seguridad alimentaria; la necesaria reorganización del territorio y la integración democrática regional para avanzar a la paz con justicia social e intervención popular; el papel de la cultura y el arte en la construcción de la paz democrática y de una nueva consciencia social.

Proponemos realizar un seminario taller nacional sobre experiencias para el frente amplio el 14 de agosto, en vísperas de la reunión del Comité Central, prevista para 15 y 16 de agosto.

Asumir la iniciativa en el tema de víctimas

Un capítulo especial es la discusión actual en torno al punto 5 de la agenda de La Habana. El Partido Comunista afirma que una de las causas de la guerra contra el pueblo ha sido la institucionalización del pretexto anticomunista, abiertamente o bajo distintos disfraces, en la justificación de las políticas de seguridad y de orden público. La negación del derecho a profesar las ideas comunistas, socialistas y revolucionarias ha sido la negación a la libertad de pensamiento y a la igualdad política, consagradas en los textos constitucionales y convertidas en letra muerta por los regímenes políticos dominantes.

Históricamente, la persecución a los militantes comunistas so capa de erradicar las ideas revolucionarias ha sido la causa eficiente de los genocidios anteriores y posteriores al establecimiento del Frente Nacional.

Desde la masacre de las bananeras, en 1928; el genocidio del 9 de abril de 1948 y la Resolución Nº 32 de la Conferencia Panamericana de Bogotá que llamó a la acción contra el comunismo; el acto legislativo 06 del 7 de septiembre de 1954 de la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), que prohibió “la actividad política del comunismo internacional”; el plebiscito del 1 de diciembre de 1959 que derogó las decisiones de la ANAC pero impuso el monopolio excluyente del partido liberal y conservador por 16 años de Frente Nacional; el estado de sitio permanente, hasta la vigencia de la Constituyente de 1991; el estatuto de seguridad bajo Turbay Ayala; los genocidios anticomunistas contra concejales, diputados, alcaldes, congresistas, dirigentes sindicales, activistas de derechos humanos y políticos de la Unión Nacional de Oposición, Frente Democrático, Unión Patriótica, Frente Social y Político, Polo Democrático y Marcha Patriótica.

En estos y otros momentos y procesos la persecución a los comunistas aparece sustentada en acuerdos internacionales suscritos por el Estado colombiano a espaldas del pueblo, en el marco de la guerra fría y posteriormente de la guerra preventiva hasta la guerra antiterrorista y antisubversiva de los últimos años. Por eso exigimos el derecho de las víctimas a la verdad histórica, a la memoria, al buen nombre, a la reparación integral, a la erradicación de las causas económicas, sociales, políticas, ideológicas y culturales de la guerra.

Una nueva Constitución debe condenar explícitamente el anticomunismo al lado del fascismo, el racismo, el antisemitismo, el sionismo y la homofobia como formas contrarias a la libertad, la igualdad y fuente de crímenes contra la Humanidad.

Junto con el tema de la unidad esta mirada debe presidir las actividades conmemorativas del 84 Aniversario del PCC. En esta conmemoración hay que visibilizar al PCC como factor principal de la batalla por la paz democrática y justa, por los derechos de las víctimas del anticomunismo y del terrorismo de Estado, por las reformas esenciales y el proceso constituyente para construir y consolidar la paz, por la reparación, la memoria, el buen nombre y la vigencia de las ideas comunistas como parte inseparable del patrimonio político y cultural del pueblo colombiano. Junto a esto, la reiteración del compromiso con la unidad y el instrumento político para llevar a feliz término los anhelos populares.

La unidad de la izquierda hacia nuevos procesos

En la perspectiva de la Conferencia Nacional Ideológica el reto para el PCC y la JUCO es: ¿Cómo avanzar en el proceso de reconstrucción del movimiento popular desde la óptica y la misión revolucionaria? ¿Cómo fortalecer la unidad, la coordinación y la eficacia del conglomerado ampliado PCC-UP-MAPA? ¿Cómo hacer de la UP con sus integrantes diversos el espacio organizativo político-electoral y de convergencia popular de masas en la fase actual de la unidad popular?

¿Cómo contribuir a una mayor proyección de MAPA como movimiento social y político agrario y obrero popular en la construcción territorial de la unidad y de las nuevas formas del poder del pueblo? ¿Cómo integrar con criterio unitario un movimiento patriótico de la juventud en el espacio de las organizaciones juveniles en lucha por sus derechos y en vinculación con el frente amplio? ¿Cómo concebir mejores formas y métodos de coordinación, de promoción de nuevos cuadros, de estímulo a la intervención de las mujeres y los jóvenes?

En preparación de la Conferencia Nacional Ideológica la dialéctica de la situación nos obliga a profundizar en la reflexión, las propuestas e iniciativas prácticas, con el menor grado posible de improvisación. El PCC debe trabajar para evolucionar hacia una unidad estratégica revolucionaria, para devenir en factor organizador, dirigente, educador y formador en la nueva situación histórica de la paz democrática, con derechos humanos y justicia social, en la perspectiva del socialismo.

Julio de 2014

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