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Cambio en la dinámica extractivista

Se requiere crecer sostenida y sustentablemente a partir de una estructura productiva que genere más ocupación y distribuya mejor y equitativamente el ingreso en los sectores que producen ocupación abundante como el manufacturero y agropecuario.

El Cerrejon

En un artículo intitulado “Las economías de América Latina: se acaba la burbuja”[1. César Ferrari. Ph.D. en economía, profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana, Departamento de Economía. http://www.razonpublica.com/index.php (Consultado el 13 de octubre de 2014).], el autor plantea que con una dependencia creciente de las materias primas y los hidrocarburos, el buen momento de Colombia y sus vecinos ya comenzó a pasar. Por eso hay que volver a invertir en el campo y en la industria.

La desaceleración y sus causas

Casi todas las economías latinoamericanas se están desacelerando. Según The Economist, la tasa anual de crecimiento del segundo trimestre de 2014 respecto al mismo trimestre de 2013 fue de -3,2% en Argentina; -2,40% en Brasil; 0,6% en Chile; -0,6% en Colombia y 0,7% en Perú. El crecimiento mexicano resulta extraño en ese panorama: 4,2% en el mismo período.

Tal comportamiento no debería sorprender en países que dependen crecientemente de la producción de materias primas y, por lo tanto, de la evolución de sus precios internacionales: Estos precios vienen decreciendo sistemáticamente desde hace muchos meses, luego de su recuperación posterior a la crisis mundial de 2008-2009, por la reducción del crecimiento chino, el estancamiento europeo y el poco crecimiento estadounidense.

La historia reciente

Desde principios de los años 90 América Latina ha experimentado una profunda transformación económica. Al abandonar la estrategia de sustitución de importaciones, empresas públicas y represión financiera (el llamado Consenso de la Cepal) y reemplazarla por una estrategia de apertura y liberalización de mercados (el llamado Consenso de Washington), la mayoría de los países pasaron -en mayor o menor medida- de producir principalmente bienes agropecuarios y manufacturas, a depender de la producción de materias primas y de servicios.

Para aludir al caso colombiano, según información del Banco Mundial, en 1990 la producción agropecuaria representaba el 16,7% del PIB total, las manufacturas, el 20,6%, la minería junto con la producción de electricidad, comercio y transportes, el 17,3%, y los servicios, el 45,4%. En 2012 dichos sectores representaban 6,5%, 13%, 24,5% y 56% del PIB, respectivamente.

El cambio se reflejó en la recomposición de las exportaciones: las de materias primas aumentaron notablemente y se convirtieron en las más importantes, y las alimentarias y las de manufacturas se redujeron. En Colombia, las exportaciones de hidrocarburos, carbón y similares, que en 2000 representaron el 43,8% del total de mercaderías exportadas, en 2012 representaban el 70,7%.

El crecimiento reducido de los ingresos

Entre 1990 y 2012 el ingreso per cápita en Argentina pasó de US$ 4.337 a US$ 11.573; en Brasil, de US$ 3.087 a US$ 11.340; en Chile, de US$ 2.388 a US$ 15.452; en Colombia, de US$ 1.209 a US$ 7.748; en México, de US$ 3.052 a US$ 9.749; y en Perú, de US$ 1.208 a US$ 6.796. Mientras tanto, en China el ingreso per cápita aumentó 19,4 veces, de US$ 314 a US$ 6.091.

Al aumentar relativamente la producción de materias primas, se deterioró la ocupación y, consecuentemente, aumentaron el desempleo y sobre todo el subempleo, y con ello se deterioró la distribución del ingreso. Debido a que la explotación de materias primas, particularmente la minera y de hidrocarburos es intensiva en capital. De tal modo, el coeficiente Gini que mide la concentración del ingreso se mantuvo muy elevado, entre los más elevados del mundo: en 2012 fue 44,49 en Argentina, 54,69 en Brasil, 52,06 en Chile, 55,91 en Colombia, 47,16 en México y 48,14 en Perú.

Lo que debería hacerse

Se requiere crecer sostenida y sustentablemente a partir de una estructura productiva que genere más ocupación y distribuya mejor y equitativamente el ingreso en los sectores que producen ocupación abundante como el manufacturero y agropecuario.

Lo que implica nuevas políticas monetarias, fiscales y de regulación económica que atiendan a los intereses de las grandes mayorías. Ciertamente esto es un problema político, y no solo económico, que América Latina, tarde o temprano, tendrá que afrontar.

* Economista Investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS).

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