jueves, abril 18, 2024
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Cambio climático: ¡Actuar ahora, mañana será tarde!

La ONU exhorta a los gobiernos del mundo a tomar medidas para frenar la emisión de gases de efecto invernadero, en su nivel más alto en los últimos 800 mil años. El planeta camina hacia un aumento de temperatura de cuatro grados, que arrasaría con el 95% de la población.

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Alberto Acevedo

La ONU presentó un clamoroso informe en el que exhorta a los gobiernos del mundo a tomar medidas para frenar la emisión de gases de efecto invernadero, en su nivel más alto en los últimos 800 mil años. El planeta camina hacia un aumento de temperatura de cuatro grados, que arrasaría con el 95% de la población.

Las emisiones de los tres principales gases responsables del efecto invernadero están en su nivel más alto en los últimos 800 mil años, y de mantenerse esta tendencia, para el año 2100, la temperatura global del planeta aumentaría en cuatro grados en promedio, con lo cual la población humana estaría condenada a una hecatombe. La dramática aseveración está contenida en un informe divulgado por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el pasado 2 de noviembre.

De continuar esta tendencia, y si los gobiernos no toman medidas ahora mismo, se producirán daños ‘irreversibles’ sobre los seres humanos y los ecosistemas, y más tarde, aunque se adopten correctivos, ya tardíos, el mundo no volverá a ser el mismo, pues la humanidad no tendrá tiempo para revertir la magnitud del daño causado, dice la ONU.

El único camino, advierte el organismo, es reducir las emisiones entre el 40% y el 70% antes del año 2050, y colocarlas en un nivel cero antes del 2100, con lo cual se limitaría el aumento de la temperatura a dos grados, y en este evento, los efectos del calentamiento global serían menos catastróficos.

En todo caso, aseguran las Naciones Unidas, generalizar el uso de energías renovables y tomar medidas conducentes a limitar las emisiones contaminantes resultará más barato que asumir las consecuencias del cambio climático. Actuar ahora será menos costoso que esperar.

Hecatombe

Lo cierto es que nos acercamos peligrosamente a un aumento en la temperatura del planeta de cuatro grados, a fines del presente siglo, aun recortando las emisiones de gases invernadero. Si se da ese aumento, el panorama será desolador.

El ambientalista Hans Joachim Schellnhuber asegura que de subir la temperatura a ese nivel, sencillamente la capacidad del planeta para albergar humanos se reducirá a menos de mil millones de personas. Y recordemos que la población estimada para esa época es de alrededor de nueve mil millones de seres humanos. Con el aumento de los desiertos, el hambre, los extremos de frío y de calor, el resurgimiento de enfermedades que se supone desaparecidas, que además se convertirían en pandemias, el plantea podrá albergar, en condiciones aceptables, apenas al 5% de su población; el resto sucumbirá.

Esta predicción apocalíptica es sustentada también por el director del Centro Tyndall para el Cambio Climático, de la Gran Bretaña, Kevin Andersen, menos optimista que su colega Schellnhuber, al asegurar que con cuatro grados de temperatura adicionales a fines de este siglo, en el planeta sobrevivirán apenas 500 millones de personas.

Punto de no retorno

Esta situación sería una realidad, pues la disponibilidad de fuentes de agua disminuirá considerablemente. La época de lluvias se reducirá, duplicando las sequías y aumentando la posibilidad de incendios. Los niveles del mar subirán en 1.1 metros en 2100, morirán las barreras de coral, con lo que se restringirán dramáticamente las reservas alimentarias. “El mundo será más caliente que nunca en la historia de la evolución del hombre”, asegura otra autoridad ambiental, el científico David Spratt, para quien alcanzar tales niveles de temperatura será el punto de no retorno. “En ese punto, ya no podremos intervenir para reducir las temperaturas en el ciclo de vida de una única generación”, apunta el científico.

Para Spratt, con un calentamiento mayor al que tenemos, se exterminaría una gran porción de las especies animales del planeta, y la mitad de la superficie de la Tierra sería inhabitable. Colapsarían los sistemas oceánicos. La verdad es que, aunque las predicciones de los científicos sean exageradas, los gobiernos deben escuchar estos llamados ahora, pues tomar correctivos después será demasiado tarde.

La cuestión, para los investigadores del tema, es que el manejo del cambio climático dejó hace mucho tiempo de ser un problema científico y se ha convertido en un problema político. En sucesivos foros internacionales se han adoptado medidas timoratas que además no se cumplen. Figuras como el Protocolo de Kioto son meras declaraciones retóricas en las que los gobiernos suscriben declaraciones pero no actúan.

Conferencia mundial

Para el miércoles de la próxima semana está convocada en Lima (Perú) una cumbre mundial sobre cambio climático, a la cual han confirmado asistencia delegaciones gubernamentales y de la comunidad científica de 195 países. A pesar de la representativa participación, se estima que no será ésta una reunión decisiva para la adopción de medidas urgentes y se limitará a hacer recomendaciones para una nueva consulta global el año próximo en París.

Colombia, a pesar de ser un país que no tiene una incidencia decisiva en la emisión de gases de efecto invernadero, asume una actitud dubitativa en la lucha contra el cambio climático. Hace poco, la reconocida analista, escritora y poetisa Piedad Bonett (El Espectador, 21 de septiembre) recordaba que “en su discurso de posesión el presidente Santos no mencionó ni una vez la necesidad de trabajar por la conservación del medio ambiente”.

Este menosprecio hace que no exista una política coherente en materia medioambiental entre las entidades del Estado dedicadas al tema. Ente el 6 y el 7 de noviembre pasado, en el Hotel Marriot de Bogotá, con patrocinio de la OEA, se realizó un taller internacional sobre metrología y retos tecnológicos en las ciencias del clima, con participación de varios países, evento en que las autoridades ambientalistas colombianas brindaron un pobre espectáculo de contradicciones entre unas y otras, desconocimiento de la realidad climática del país y de acusaciones mutuas, como la de que el Ministerio del Medio Ambiente culpa a la CAR de Cundinamarca de falta de iniciativas, y ésta devuelve las acusaciones, o unas y otras culpan al Ideam, etc.

Seguridad alimentaria

Lo cierto es que los efectos del cambio climático en Colombia incidirán de manera directa en una crisis ambiental y en el aumento de la pobreza y el hambre en la población. El cambio climático reducirá el crecimiento económico de muchas regiones, impulsando la migración interna de miles de familias.

Empezando porque, con toda certeza, la creciente escasez de tierra, de agua potable y de combustibles, afectará los precios de los alimentos, incidiendo a su vez, en un círculo vicioso, en nuevas perturbaciones en el cambio climático.

En este sentido, una cuestión particularmente álgida, y que tiene validez no solo para Colombia sino para el resto del mundo, es que el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación, el empleo de grandes extensiones de tierra para cultivos orientados a la producción de agrocombustibles y, en general, la mayor variabilidad del clima, amenazan la seguridad alimentaria en el planeta.

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