viernes, abril 19, 2024
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Brasil: Si la esperanza venció el miedo, ¡el amor vencerá al odio!

Le tocó a la campaña de Dilma hablar claro con los brasileños, admitiendo que aún existen muchos problemas en nuestro país, pero que no es mirando atrás, no es con reducción de derechos, ni con odio, sino con amor en el corazón y brillo en la mirada, que juntos iremos a cambiar aún más al Brasil.

Foto: Sala de Imprensa Dilma13 via photopin cc
Foto: Sala de Imprensa Dilma13 via photopin cc

Adriano Matos (Mú)
Presidente Estadual de la UJS/MA

La elección presidencial de este año sin duda está marcada por algunos giros inesperados y, principalmente, por una polarización pocas veces vista en la historia de la república brasileña. Es común identificar algunos sentimientos como la razón, la emoción, el apasionamiento, pero, sobre todo, el amor y el odio.

Este odio no surgió de la nada y no apareció por arte de magia. Ya era posible identificar en las marchas de junio del año pasado un sentimiento, sobre todo en las grandes ciudades, y en especial en las redes sociales: un odio dirigido y que tenía como objetivo principal al Partido de los Trabajadores (PT), por ser el que ha cristalizado un frente amplio, que en los últimos doce años viene cambiando la cara y la vida de los brasileños.

Durante lo que podemos llamar la “recta final” de las movilizaciones de junio, ya era posible percibir un odio a este proyecto de cambio dl país. Sectores considerables de la prensa brasileña ayudaban, y mucho, a llevar agua a ese molino, apuntando certeramente a la disputa presidencial que se realizaría este año. La élite brasileña fue capaz de quemar banderas, evocar los sentimientos más oscuros de odio, dividir el Brasil como si fuera “ellos” y “nosotros”, como si participar de alguna marcha fuera una moda, “el gigante despertó”, ignorando toda una historia de bravas luchas de nuestro pueblo a lo largo de décadas, desde cuando el Brasil es Brasil, o mejor: desde cuando el Brasil todavía era colonia.

El odio nutrido y alimentado afloró en la inauguración de la Copa Mundo. Un público compuesto en su mayoría por adinerados que gastaron una alta suma para obtener su entrada al lado de quienes no hacen parte del mundo de los meros mortales (como la mayoría de los brasileños) y participan de los círculos “VIP”, que a su vez habían conseguido sus entradas sin muchas dificultades. Juntos, los primeros y los segundos, abuchearon e insultaron a la presidenta Dilma, pero esto era apenas la primera brisa de lo que aún iría a bramar durante los próximos meses.

La candidatura oficial en representación de la derecha tradicional brasileña, el senador de Minas Gerais que acostumbra a pasar más tiempo en el estado de Río de Janeiro, Aécio Neves, se beneficiaba obviamente de este sentimiento, porque al fin de cuentas es la oposición oficial a “todo esto que está allí”. Sin embargo, cuando vio sus oportunidades disminuidas y amenazadas de no ir a la segunda vuelta, usó y abusó la candidatura de Marina Silva, como una especie de candidatura que nuestra derecha brasileña podría adoptar, en una suerte de “si no tienes a quién, ve tú mismo”.

En este momento Aécio toma la decisión de asumir para sí la postura agresiva y ser el único representante que puede recoger ese odio, ese antipetismo, ese sentimiento asqueroso, y ser con todas las letras el voto útil para derrotar al PT. Hecho esto, su campaña sólo ha sido para lo peor posible, se apoderó del espíritu de la derecha conservadora, arcaica, y viene desde entonces nutriendo e incentivando este odio, que no es más que el odio de clase de quienes siempre fueron los propietarios, siempre tuvieron el capital, los privilegios, y todos los beneficios. De ese lado están quienes no soportan la posibilidad de ver a los más pobres con carro, con perfumes caros, viajar en avión, frecuentar los mismos centros comerciales, etc.

Decidieron entrar en un campo minado, un campo de odio, y por otro lado, le tocó a la campaña de Dilma jugar en otra perspectiva, la de hablar claro con los brasileños, admitiendo que aún existen muchos problemas en nuestro país, pero que no es mirando atrás, no es con reducción de derechos, ni con odio, sino con amor en el corazón y brillo en la mirada, que juntos iremos a cambiar aún más al Brasil.

En esta recta final de la segunda vuelta, esto quedó todavía más claro, y en especial en esta última semana de campaña. Ahora se logra sentir, en las calles, en los eventos, y una vez más en las redes sociales, la campaña de odio, intentan criminalizar a la gente del Nordeste de Brasil, acusan a todos de comunistas (como si eso fuera un gran mal), y, lo más absurdo de todo, ¡que el Brasil camina hacia una terrible dictadura!

Mientras tanto, la campaña que lleva el mensaje de amor y de esperanza, de posibilidad de que juntos en Brasil sigamos un camino de desarrollo y se abra un nuevo ciclo, cada día que pasa va ganando más mentes y corazones. En la primera elección de Lula en 2002, una consigna marcada fue que “la esperanza vence al miedo”. Esta vez “el amor triunfará sobre el odio”. En estos últimos tres días aún quedan muchos votos por conquistar, muchas batallas por pelear, pero juntos vamos a triunfar, no vamos a aceptar que se divida el Brasil, juntos construiremos con Dilma presidenta la apertura de un nuevo ciclo para nuestro amado y querido país.

Siento decirles a quienes nutren este odio que no van a salir victoriosos de esta batalla. El mensaje de amor y esperanza, junto con la realidad de los últimos 12 años, reconducirá el campo político que está cambiando a Brasil hacia la presidencia de la República, y para las élites, solo queda mi sinceridad: Sí, ¡este gobierno tiene un lado! El lado del trabajador, el lado de los más pobres y el lado de quienes nunca recibieron asistencia. Para ustedes sólo quedan mis condolencias…

União da Juventude Socialista
Traducción de David Moreno para SemanarioVoz.com

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