viernes, abril 19, 2024
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Bogotá: En peligro humedal El Cortijo

La construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales implicaría acabar con parte del ecosistema del humedal El Cortijo

Humedal El Cortijo.
Humedal El Cortijo.

Carolina Tejada

El río Bogotá se alimenta de cuatro afluentes ubicados de norte a sur de la siguiente manera: ríos Salitre, Arzobispo, Fucha y Tunjuelo. Estas corrientes de agua han sido calificadas por ambientalistas como cuencas con altos índices de contaminación, y no es para menos: son más de ocho millones de habitantes, más las grandes industrias como las curtiembres, cementeras, empresas de gaseosas como Coca-Cola y las fábricas de la zona industrial, que desde décadas atrás vienen depositando sus residuos en estas fuentes de agua.

Gracias a la exigencia de la ciudadanía, las administraciones locales de la última década y las organizaciones ambientalistas empezaron a desarrollar planes que permitieran la recuperación de estas fuentes de agua, la limpieza y tratamiento del río Bogotá, y la separación de aguas lluvias y aguas negras; es decir, las aguas que gracias a la lluvia llegan por vía alcantarillado de la ciudad al río y las aguas con altos niveles de contaminación o servidas provenientes de su uso residencial e industrial.

Para este proceso, y dada la alta contaminación de las aguas, se recomendó la construcción de cuatro Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), de las cuales, según el Distrito, por su alto costo, solo se han podido construir dos: la del Salitre, ubicada en El Cortijo, y Canoas, en Soacha.

El proceso

Para el año 2012, el Distrito inició un proceso que consistía en la ampliación de la PTAR Salitre, dirigida, como ya se mencionó, a la recuperación del río Bogotá. Esta ampliación consiste en la creación de más tanques de tratamiento de agua. Hay que decir que el proceso de licitación y de ampliación, particularmente de la PTAR Salitre, no inició en buenos términos. La empresa que licitó, la Corporación Autónoma Regional, encargada de la supervisión del contrato, tampoco contó con suficiente información sobre las dificultades inherentes al contrato con la consultora, que, entre otras, no contaba con sucursales en el país.

El Consejo de Estado, el 28 de marzo de 2014, en cabeza del magistrado Marco Antonio Velilla, calificó esta situación como “catástrofe ecológica”, y emitió una serie de advertencias y órdenes perentorias a las diferentes instancias regionales y distritales comprometidas en dicha situación, con el fin de tomar medidas urgentes y efectivas para su descontaminación y recuperación.

Entre los llamados se destacan: la definición del esquema de tratamiento para la descontaminación del río Bogotá en la cuenca media, que estará constituido por dos plantas de tratamiento de aguas residuales, ampliando la actual, ubicada en el Salitre, en el caudal y su capacidad de tratamiento. Y la construcción de una segunda planta aguas abajo de la desembocadura del río Tunjuelo sobre el río Bogotá.

Esta nueva definición obliga a las autoridades del Distrito a dar pronto cumplimiento y continuidad a los proyectos que optan para el saneamiento de las aguas del río. Se exige la intervención permanente del Estado, a través de la Autoridad Ambiental Regional.

Este proyecto se pretende adelantar gracias al préstamo con el Banco Mundial de 250 millones de dólares, el cual cumpliría las funciones de adecuación hidráulica del río, como mecanismo para controlar las inundaciones, mejorar el paisaje del entorno con la construcción y adecuación de zonas verdes para uso lúdico de los ciudadanos y la ampliación de la PTAR Salitre.

Ese proyecto corresponde a la necesidad de doblar el tratamiento de agua hoy insuficiente dado el grado de contaminación. La iniciativa contempla la ampliación de cuatro metros cúbicos en tratamiento primario a ocho metros cúbicos en tratamiento primario y secundario hasta desinfección. Proceso que además debe contemplar el tratamiento del agua para ser usada en el riego de la agricultura y apoyando el distrito de riego de la Ramada en la sabana.

El conflicto ambiental

El conflicto inicia cuando la ampliación de la PTAR Salitre es ubicada dentro del ecosistema del humedal El Cortijo; si bien, como mencionan los ambientalistas, no perjudica su cuerpo de agua, sí enderezaría su ecosistema, es decir, la construcción de las plantas residuales reduciría la ronda del humedal, lo que generaría una desaparición del mismo. Para la CAR, ese humedal es simplemente un cuerpo de agua lluvia: “El cuerpo de agua intermitente que se forma en época de lluvias en el terreno de ampliación no es humedal”, contrario a lo que piensan los ambientalistas que argumentan que El Cortijo se inunda de manera permanente o intermitente y no por ello deja de ser humedal.

Javier Leonardo Ramírez, uno de los ambientalistas que demanda salidas al saneamiento del río que no afecten el humedal, ha mencionado: “Descubrí el humedal Cortijo por casualidad en fotos áreas de Ciudadela Colsubsidio, cuando el ecosistema ni siquiera tenía nombre. En las imágenes resaltaba una mancha verde-azul rodeada de bosque en los predios de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales El Salitre. Los colores los daba el agua y la vegetación acuática. Algo indicaba que no era un simple charco ocasional de aguas lluvias”.

La Asociación de Humedales de Bogotá, al respecto, caracteriza la zona del humedal: “El sector occidental tiene un espejo de agua donde observamos cerca de 200 patos canadienses y variada avifauna. En el sector oriental se encuentra un pequeño espejo de agua con abundante vegetación acuática, rodeado de eneas y pasto kikuyo, (…) pato turrio (Oxyura jamaicensis), garza estriada (Butorides striata), andarrios solitario (Tringa solitaria), entre otros, y mucha flora y arbolado diverso. Es un ecosistema que lleva muchos años formándose con poca intervención humana”.

Estas consideraciones sobre el área corresponden a una vegetación u ecosistema que podría desaparecer si se toca su entorno. Por su parte, los defensores de esta área señalan que en este momento se adelanta la licitación para la ampliación de la PTAR pero se desconoce qué afectación pueda tener sobre el humedal. Se señala, por ejemplo, que antes de hacer un estudio que evalúe las condiciones del humedal y las posibles afectaciones que para su ecosistema tiene el endurecer parte de su ecosistema, primero se definió realizar el diseño preliminar de la construcción de la ampliación de la planta.

Esta situación lo que en últimas plantea es la ausencia de una verdadera planeación a largo plazo en términos de política ambiental y por lo tanto la intermitencia de las diversas administraciones en un verdadero proceso de saneamiento y tratamiento adecuado de las aguas y el cuidado de un ambiente sano. Pero además, la ausencia de una visión social y comunal frente a la protección del medio ambiente, lo que cada día viene llevando a la ciudadanía a la utilización de las acciones colectivas, jurídicas, y a la manifestación pacífica para adelantar procesos en defensa y cuidado de los ecosistemas, el medio ambiente y el agua como un mínimo vital.

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