martes, marzo 19, 2024
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Balance del cese unilateral de fuego: un reporte de paz

Sesenta días de tregua demostraron el cumplimiento de la palabra empeñada, la confianza en el proceso de paz y la necesidad de un cese bilateral de hostilidades

Guerrilleros de las Farc en actividades de estudio en sus campamentos. Foto archivo
Guerrilleros de las Farc en actividades de estudio en sus campamentos. Foto archivo

Hernán Camacho

El día programado para dar inicio a las conversaciones entre la insurgencia de las FARC y el gobierno Santos en La Habana, el jefe de la Comisión de Paz de esa guerrilla, Iván Márquez, sorprendió al país con el anuncio de una tregua unilateral de hostilidades que iría hasta el 20 de enero de 2013. El comunicado firmado por el Secretariado del Estado Mayor Central pretendía generar un clima propicio de entendimiento entre las partes para el logro de la paz.

Las reacciones no se hicieron esperar. El escepticismo se apropió de los enemigos del proceso, los micrófonos de la gran prensa pormenorizaron el histórico anuncio y las declaraciones de los altos mando militares poco contribuyeron con el ambiente de paz. Por el contrario, los optimistas le reconocieron ese gesto a las FARC y lo interpretaron como una apuesta altísima por blindar de confianza el difícil proceso. Para aquel momento la incertidumbre circulaba sobre la palabra empeñada por la insurgencia, el propio Márquez explicó que de ocurrir combates, éstos no serían provocados por los hombres de la insurgencia.

Iracundos enemigos de la paz

No obstante, el ambiente de paz que propiciaron las FARC no se compadeció con el entregado al país en las festividades de fin de año por las Fuerzas Militares. Sendos bombardeos en los que se asesinó al menos a 20 guerrilleros en Ricaurte, departamento de Nariño, fue la muestra más contundente del aire bélico que respira la cúpula del Ministerio de Defensa, incluido el jefe de esa cartera. A ese respecto muchas preguntas surgieron desde los analistas de paz: ¿La orden desde La Habana de la tregua se mantendría a pesar de los bombardeos? ¿Esa situación de guerra afectaría las conversaciones en la mesa? Los acontecimientos hasta hoy, terminada la tregua, indican que la insurgencia le entrega al país dos mensajes: la consolidación de su mando unificado y una promesa cumplida al país.

Todo contra la tregua

Por el lado del Gobierno la tregua unilateral fue bastante hostigada. Las constantes apariciones en medios de comunicación de la cúpula militar entregando partes de guerra de acciones militares por todo el país e insinuando una supuesta violación de lo anunciado por la guerrilla, pretendían imponer un manto de duda sobre las acciones de la insurgencia en plena tregua. “La situación de las FARC es el caso del pastorcito mentiroso, que siempre decía que venía el lobo y nunca venía y cuando lo hacía nunca estaba preparado. Quizás este es un símil valido para las promesas que hace este grupo terrorista”, manifestó el comandante de las Fuerzas Militares general Alejandro Navas. De hecho sendos titulares insinuaban a dos días de terminada la tregua el rearme de la insurgencia en la frontera con Ecuador, o un plan de arremetida militar descubierto por la inteligencia del Estado, como también, lograr incautar un arsenal de explosivos con los cuales, según el general de la Policía Nacional León Riaño, la guerrilla atentaría contra instalaciones policiales en Bogotá.

Acciones defensivas

Incluso la Defensoría del Pueblo se permitió emitir su opinión frente a la tregua. Jorge Armando Otálora, jefe de esa institución, indicó que el número de ataques de la insurgencia fueron registrados en los departamentos de Antioquia, Chocó, Córdoba, Arauca, Boyacá, Vichada, Tolima, Cauca, Huila, Meta, Guaviare, Nariño, Putumayo y Caquetá de acuerdo al Sistema de Alertas Tempranas. Fuentes cercanas a la Defensoría del Pueblo explicaron al Semanario VOZ que las alertas enunciadas coinciden con las operaciones militares ofensivas por aire y tierra de las tropas oficiales contra campamentos o zonas de presencia de FARC en la idea de encontrarlos con la guardia baja. “Todo hace parte de una estrategia mediática contra los gestos de paz de La Habana. Imponer miedos a la población para tener reservas contra el proceso de paz” fue la opinión de analistas consultados por VOZ.

Realidades de guerra

“Con dolor en el corazón debo admitir que vuelve la etapa de los partes de guerra”, le dijo a la prensa Iván Márquez, desde La Habana. Y no es para menos, las cifras publicadas por el Secretariado de las FARC en declaración pública son significativas. Para el periodo comprendido entre noviembre y enero de 2011-2012 fueron 292 enfrentamientos armados con el Estado colombiano cuyos resultados fueron 284 muertos y 278 heridos por parte de la Fuerza Pública. “Realidad tan protuberantemente dolorosa no puede ser equiparable, de ninguna manera, a la situación vivida durante los dos meses que ahora terminan, pese a los patéticos esfuerzos de distintas agencias estatales y la gran prensa por torcer la fuerza de los hechos”.

Unidad de mando

La insurgencia también reportó bajas en sus filas en medio de la declaratoria de cese unilateral. “Durante el mismo período registramos con intenso coraje revolucionario las muertes de varios camaradas guerrilleros en distintos puntos de la geografía nacional, la mayor parte de ellos como consecuencia del ejercicio brutal de los bombardeos ejecutados por la Fuerza Aérea. Honor y gloria a nuestros muertos”. Ni en los escenarios de mayor intensidad se dejó de cumplir la directriz de la insurgencia, echando por la borda todos los intentos de divisionismo entre bloques, frentes y cuadrillas, dejando entrever la fuerte unidad de mando de la guerrilla. Los Bloques Sur y Occidental de la insurgencia cumplieron la tregua. Así lo hicieron saber a varios medios de comunicación: “Mantuvimos acciones defensivas por los constantes bombardeos”.

De no darse el cese bilateral planteado por la Comisión de Paz de las FARC, Iván Márquez, pidió la regularización de la guerra mediante la aplicación irrestricta del derecho internacional humanitario, acuerdos humanitarios y límites en las confrontaciones militares que desaceleren las degradaciones. La proporcionalidad de las acciones militares y el principio de la distinción entre combatientes y población civil debe ocupar a la mayor brevedad las preocupaciones de la Mesa de conversaciones. Debatir, reflexionar y acordar sin el ruido de las bombas, las bajas y las confrontaciones es la fórmula efectiva para acelerar en firme los acuerdos.

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