viernes, abril 19, 2024
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Asamblea Nacional de Venezuela 2016-2021: días 1 y 2

La Salida se ha vuelto parlamentariamente cardinal. Estamos ante una maniobra inédita destituyente. Microanálisis.

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Diego Sequera

En apenas dos sesiones, la directiva de la Asamblea Nacional puso el tono, la impronta y marcó la ruta por la cual mediante tres puntos pretenden agilizar por todos los frentes: la Ley de Amnistía que borronea el pasado inmediato, la autonomía del poder legislativo como recurso de confrontación y la destitución del presidente.

La jornada destituyente (cero economía)

Entre un momento y otro, la agenda está clara y resolvieron una fórmula, como se dijo, para avanzar por todos los frentes a la vez. Y a gran velocidad. Ramos Allup es el que mejor domina desde una posición de liderazgo institucional la mecánica del poder legislativo, y podrá, y tiene con qué, hacerlo todo lo leguleyamente correcto para guardar las apariencias de la rapidez con la que se ejecuta el golpe, que va por todos los frentes (lo cantó, en La Mayor, Américo de Grazia).

No es otra la razón por la que es él, y no Julio Borges (que ni siquiera forma parte de la junta directiva), quien ocupa el puesto que ocupa. Se sabe con toda claridad que la elección de Ramos Allup no obedeció a un proceso comicial interno (así se haya hecho) o quiniela alguna. Tampoco producto de algún consenso ni favoreciendo la matemática simple que le confería (por mayoría de partidos de la MUD) asumir la presidencia de la Asamblea.

La Embajada armó un equipo que excluye a figuras destempladas, y caprichosas, colocó una terna experimentada y menos rayada mediáticamente, salvo Henry. Eso nunca hubiera pasado de otro modo dentro de ese atajaperros en el que armonizan enemigos declarados.

El golpe parlamentario tiene factura propia y emerge de las condiciones formales inherentes al actual estado de las cosas. La Embajada no improvisa armando la nueva junta directiva y acopla un consenso que involucre, basado en la legitimidad electoral, 1) el desconocimiento jurídico-institucional del resto de los poderes (el significado profundo del «controlar a los otros poderes» de Ramos Allup) de acuerdo a las pautas del golpe suave clásico, 2) aceleración del vector colapso institucional general y parálisis política, 3) control y monopolización de los tiempos políticos para privatizar la iniciativa en todos los frentes, 4) preservación de los aspectos formales y estructurales de la mecánica legislativa para vender la imagen «democrática» y «constitucional» y 5) consolidar y extender la matriz de que para resolver los problemas del país hay que salir del Presidente de acuerdo al sistema que se propondrá. Puros objetivos inmediatos.

«Todo al mismo tiempo. Par y paso, como dicen los economistas. Todo al mismo tiempo», reiteró Ramos Allup en el discurso inaugural.

En este momento el poder legislativo se concibe como un poder destituyente (que buscará quitar y confrontar al resto), y nada más. Desde el autojuramento al desacato a la impugnación de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (que lo profundiza), eso es lo que se describe: forzar un proceso de destitución del chavismo con epicentro en cómo se desarrolle el parlamento.

Lo que principalmente movilizó el voto de acuerdo a la «oferta electoral» fue la reventa ideal e inmediatista de que iban a solucionar los problemas, y el gran problema es la economía, el fin de las colas y la precarización. Que ese no haya sido el eje del discurso que signara ambos días de sesiones marca la verdadera pauta y lleva a un plano secundario las necesidades inmediatas de la calle.

Las dimensiones (violentas) del lenguaje simbólico

De nuevo: sobre la idea de cabalgar sobre las estructuras realmente existentes que garantizan un nivel de legalidad procedimental, todos los niveles del lenguaje ejercitados hasta ahora, sea gestual, de viva voz o en el plano estrictamente simbólico, no logran encubrir el talante aceleradamente revanchista, y rematador en términos taurinos. Todo discurso de reconciliación dentro de ese marco es un billete de 3: no existe.

Ahora que se alborota la ilusoria psicología del sujeto dominante, los días 1 y 2 de la jornada legislativa se han saturado en su propia carga simbólica. No sólo es la cantata de De Grazia, sino la ausencia visible de la Constitución a la hora de la autojuramentación, el no pronunciamiento de «Bolivariana» tras nombrar a la república en su enunciado, todas señales que identifican al (sutil y chillón) desconocimiento protocolar que señalara una transición entre un período constitucional y otro, que disfrazados auguran nuevos pasos en el que se seguirán cortando amarras de la actual institucionalidad del Estado, pretendiendo empujarla a una autonomía extrema, con capacidad, incluso, de granjearse «reconocimiento» mediático e internacional como el verdadero gobierno venezolano de llegar la coyuntura y la necesidad de «montar» la ilusión de poder paralelo. ¿Por eso el énfasis en lo autónomo como si de una estructura paralela se tratara?

Eso debe estar contemplado.

Tan así está Ramos Allup en «el centro de sus recursos» (para emplear con sus disculpas las palabras del general Artigas) que se dio el lujo de exhibir todo su botín de guerra, incluyendo el inútil sacrificio inaugural de la imagen política de Julio Borges. Así como lo empleó de ariete para fracturar el reglamento de la primera sesión, acentuando la violencia simbólica, marcando la impronta y comenzando el momento de facto de desconocimiento, sobrexpuso en el instante de mayor confusión al presidente de Primero Justicia (cuya vanidad hizo que cayera redondo en la trampa) haciendo que sea él el que lleve la carga del momento, rebajándole la estatura a su propio jefe de bancada.

El proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional, tal como está planteado, pretende cortar en seco la continuidad (y la responsabilidad) histórica, en otro frente de la guerra en el que se encuentran en plena ofensiva, y asumiendo la mayoría circunstancial como pivote, pretenden perpetrar un vaciado narrativo a la memoria histórica (en términos mediáticos y afectivos) apuntando al desplazamiento forzado del relato del chavismo en su conjunto, como algo inexistente. Ignorarlo, obviarlo, y suprimirlo a todo nivel.

Y es en ese mismo orden de «triunfador» en el que Freddy Guevara concibe al intento de insurrección de 2014 conocido como «La Salida» como un gesto de protesta absolutamente constitucional, y no el inicio de un dispositivo golpista empleado comprobadamente en múltiples escenarios, y con múltiples resultados. Así anuncian el proceso de autoblanqueo, con todo el faramalleo posible. Palabra de Andrés Eloy Blanco: «No hay nada más ruidoso que un carro viejo y un diputado nuevo».

Los vastos (y descomunales) hilos de la guerra (global)

El triunfo del ala «constitucional» frente a la tendencia abiertamente disruptiva, mejor representada por María Corina Machado expresado en la derrota numérica de Vente Venezuela (un solo diputado), no deja de empujar al país hacia el engranaje con el resto de las movilizaciones políticas a nivel global. Esta narrativa se logra alfombrada sobre los estragos de la guerra multidimensional y su afinque económico.

Con el actual cuadro político, suerte de boquete institucional, Venezuela ingresa en el convulsionado 2016 con una compuerta abierta de par en par que fuerza aún más a estar en el centro de la confrontación entre un orden (el unipolar del 1%, del capital corporativo) y otro (el multipolar), situado encima de uno de los puntos neurálgicos, precisamente en el cruce de lo geopolítico y energético, lo político como precedente alternativo a la demencia neoliberal en fase crítica y en lo histórico en tanto que ese mismo precedente, de acuerdo al dictamen del 1%, no sólo no debe dejar de existir, sino que tampoco debe repetirse.

Ese es el embate en el que estamos en plena crisis sistémica generalizada.

De ahí que el golpe, cargado de electroshock, juegue a varias velocidades. En algunos frentes aprieta, como en la Asamblea, en otros ha ido en cámara lenta (la pata económica de la guerra). De la inestabilidad total existe un solo y absoluto partidario/ganador. El ingreso de Venezuela a una disrupción total de la vida cotidiana producto de la crispación política, que apunta a la aceleración de una conflictividad que se quiere que derive en armada, se encuentra en total sintonía y réplica modélica de los otros focos geopolíticos en llamas en la actualidad, todo tamizado por la guerra del petróleo y la suicida estrategia saudita.

Porque, como bien vienen señalando varias personas, el mundo bordea los límites propios del capital y el modelo de Estado-nación real y efectivo es un estorbo para los límites y las rutas de circulación de capital, energía y mercancía para la actualización del globo de acuerdo a esa pauta que no escatima en o bien reducir la población o bien suprimir todo derecho que no sea el derecho exclusivo al trabajo deslocalizado, en constante desplazamiento, brutalmente precario, esclavizado, desnudo, reducido y sin derechos. El shock de la guerra económica y la hiperinflación ilustran ese camino.

Siria no provino de la nada, y el empleo de estrategias no convencionales no es sólo un invento, volcar a los pueblos contra sus dirigentes sí es una tarea contemplada como base inicial en el desarrollo de tácticas de guerra no convencional más agudas e in crescendo, como bien lo señala un papel de trabajo de 2010 de las Fuerzas Especiales del Pentágono, con particular énfasis en el mundo árabe pero con igual aplicación en cualquier zona interesada en la que crezca el conflicto armado.

En este instante en el que la derrota debilita al derrotado e infla al victorioso, a favor del chavismo juega su gran reserva que siempre trabaja mejor en caliente, y frente a eso una agresión con pleno apoyo internacional, perpetrada, además, por los mismos factores que hace 17 años (y más), siendo los mismos agentes históricos que han atentado, permanentemente, contra el desenvolvimiento del proyecto político revolucionario, y que, finalmente, en su talante, el cómo no importa pues se parte de que la vida que sea vale menos que un barril de petróleo entregado de rodillas, bajo el disfraz de «actualizar» a Venezuela a la actual fase de tensión entre el freno y el exterminio en todo el globo.

Otro elemento atenta contra su desprecio habitual (incluso del propio electorado al que nada se la ha dicho sobre el final de las colas): y es precisamente la descomunal borrachera que ahora cargan. Aquello que en tiempos de la Grecia antigua llamaban la hibris, que es cuando el personaje trágico se ciega de alguna forma y atenta contra sí mismo, producto de la desmesura.

Esa es la esencia de la tragedia. Porque no sabemos cuál será el costo que las sombras quieren para subirle el volumen a la confrontación, y la pea triunfalista es un peligro. El golpe avanza, y todo apunta que el nuevo escenario se orienta hacia la reforma del Tribunal Supremo de Justicia para hacer de la destitución

Estamos viendo maniobras inéditas en el proceso de desestabilización contra un país soberano y un gobierno legítimo.

Misión Verdad

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