jueves, marzo 28, 2024
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“Arriba las banderas de la paz”

Una movilización catalogada de extraordinaria fue la vivida el pasado 9 de abril. Un mensaje significativo a la mesa de La Habana

Hernán Camacho
@camachohernan

El cese bilateral al fuego y la asamblea nacional constituyente fueron las consignas levantadas por al menos doscientas mil personas reunidas en Bogotá el pasado 9 de abril. Los marchantes se congregaron en el centro de la ciudad, en la Plaza de la Democracia, un lugar en el que, a la vista de la cotidianidad caótica de la movilidad, pasa inadvertido el monumento de Jorge Eliécer Gaitán. A un costado el emblemático mural de la Unión Patriótica que rememora su gesta política y al frente el Centro de Memoria Histórica.

Banderas de todos los colores empezaron a ondear mientras desde la tarima allí ubicada se iniciaba el primero de los dos actos políticos acordados por el comité preparatorio de la marcha del 9 de abril. Todo un mensaje de unidad y de diversidad se reflejó entre la izquierda colombiana y ciudadanos que salieron a mostrar su apoyo por los diálogos entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno nacional, así como a reclamar la apertura del proceso de paz con el ELN y EPL.

Contra el Plan Nacional de Desarrollo

Sindicatos, estudiantes de secundaria, organizaciones sociales, artistas, indígenas, mujeres y universitarios ocuparon una arteria vial en Bogotá por más de seis horas. La oleada de marchantes fue gigantesca desde que iniciaron el recorrido hasta su culminación en la plazoleta principal del parque Simón Bolívar, al occidente de la ciudad. Pancartas políticas reclamaron salud, educación pública para todos y rechazaron las intenciones del gobierno nacional detrás del Plan Nacional de Desarrollo.

La movilización también contó con miles de ciudadanos que llegaron de departamentos aledaños a la capital como el Meta, Cundinamarca y Boyacá. La presencia de los jóvenes adornó la soleada jornada. Zanqueros, comparsas. Mucho color se vio a lo largo del recorrido, toda una puesta en escena callejera que sorprendió a propios y extraños que desde lo alto de los puentes -peatonales o viales-, siete en total, saludaban a los marchantes. Nadie se quería perder detalles. Algunos asistentes sostuvieron: “Nunca antes vi una marcha por la paz de semejante imponencia”.

De lo que se recuerda en la ciudad, solamente la marcha del 9 de abril se puede equiparar con aquella que se dio, en la misma fecha, dos años atrás. En esa oportunidad se pedía respaldar el proceso de paz de La Habana y exigirles a las partes no levantarse de la mesa hasta un acuerdo final. Hoy ese proceso tiene ya 35 rondas y tres acuerdos parciales. Y aunque no es aún irreversible, sí recibe un espaldarazo popular que va directo a las delegaciones de paz de las dos partes.

Solidaridad

Los marchantes exigieron una paz con justicia social. Para Jaime Caycedo, secretario general del Partido Comunista Colombiano, los reclamos del pueblo colombiano resultan cambios de fondo que solo serán satisfechos mediante la asamblea nacional constituyente, pues el gobierno de Juan Manuel Santos dista mucho de ofrecerle soluciones reales a los problemas de los colombianos. “Esta movilización es parte de un proceso de reclamación y conquista de una paz justa. Estamos aquí también para reclamar la soberanía de la Venezuela bolivariana que hoy está siendo atacada por Obama. Debemos ser también internacionalistas de la paz”, le decía Caycedo a la multitud en el primer acto político en inmediaciones del Centro de Memoria.

Los trabajadores organizados en la Central Unitaria de Trabajadores se hicieron presentes y en palabras de su secretario general, Fabio Arias, “con el proceso de paz otra Colombia es posible. La sinergia entre el modelo neoliberal y la violencia política ha sometido al país a una situación desfavorable. En Colombia con el proceso de paz se deben aclimatar esos vientos del sur de gobiernos democráticos”, explicó.

La juventud

La juventud marchante reclamó mejor trato para la educación en Colombia y los derechos negados a esa población. Para Marcel Guarnizo, dirigente de la Juventud Comunista, la paz de Santos no está retratada en el Plan Nacional de Desarrollo y menos en los cambios que la sociedad debe tener desde su orientación militar: “A esa paz no le jugamos los jóvenes. Le exigimos al gobierno la dejación de armas, que es la desmilitarización de la vida juvenil y el desmonte del escuadrón de muerte que ha matado a cientos de dirigentes sociales que exigen cambios, el Esmad”. Lo que en la mesa de La Habana se menciona como el cambio de doctrina militar.

Además de la juventud, los rostros campesinos ya son el paisaje común cuando se trata de reclamar cambios. La Cumbre Agraria, el encuentro de organizaciones campesinas que protagonizaron el paro agrario en 2013, se sumó a la movilización. José Santos Caicedo, vocero de la Cumbre, manifestó: “Sí a la paz, pero con cambios radicales”, dijo.

La paz debe ser una democracia real, agregó Santos ante los marchantes, “que el gobierno instale la mesa nacional de paz con las comunidades rurales, quienes conocemos la crudeza de la guerra. Queremos una política rural que repare los daños históricos, con una política agraria de no repetición, diseñada por las comunidades rurales, desmilitarizando los territorios y se le deje de dar un tratamiento militar a la protesta. Queremos hacer parte de un movimiento constituyente y le exigimos al gobierno garantías”, reiteró el vocero de la Cumbre Agraria.

Los indios

El movimiento indígena de Colombia se volcó desde las montañas, los llanos y las selvas para portar el bastón de la paz. En la voz de Luis Fernando Arias, consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ésta ratificó el compromiso político con la paz del país. “Nuestro mensaje en este día histórico es por poner fin al conflicto, iniciar el cese bilateral de fuego y que se inicie la mesa de conversaciones con el ELN y el EPL. Estamos con una paz duradera más allá de las insurgencias convocando al movimiento social para que sea él quien lleve a cabo las transformaciones sociales”. Y agregó: “Solamente la unidad social y popular traerá los cambios sociales y económicos que necesita un país. Una Colombia con inclusión social”.

Bloque patriótico

Por su parte, figuras políticas de orden nacional alentaron a una paz con significativos cambios. Fue el caso de la presidenta de la Unión Patriótica, Aída Avella, quien además de celebrar como un respaldo rotundo y un mandato popular para el cese al fuego bilateral la movilización, dijo que los cambios profundos vendrán de la mano de gobiernos alternativos en Colombia.

Y para ello, dijo “hay que juntarnos todos los sectores de la izquierda con los amigos de la paz y un nuevo país para hacer realidad no solo los acuerdos de La Habana, sino también las reformas sustanciales que se deben tramitar bajo la batuta de la asamblea nacional constituyente. Allá se llega con la voluntad de unidad de la izquierda que es el temor de los dueños del poder. Aspirar a ser gobierno para conquistar el poder del país”.

“Arriba las banderas de la paz”, fueron las primeras palabras de la vocera de Marcha Patriótica, Piedad Córdoba, al arribar a la inmensa tarima del parque Simón Bolívar. “Hoy Colombia le ha dicho a los que se oponen a la paz que no hay reversa. Que la paz llegó para quedarse. Desde la Colombia profunda marcharon las negras, los negros, indígenas, campesinos, los jóvenes y las mujeres, los niños y las niñas para decir que van más en la guerra: cese bilateral al fuego ya”, exigió Piedad Córdoba, que además llamó a todas las fuerzas de izquierda a sumarse a la unidad en pro del diálogo de La Habana y de una asamblea nacional constituyente.

La institucionalidad

En el mismo escenario habló el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, señalando la importancia de movilizarse por la paz. “Estamos rompiendo paradigmas de la historia de Colombia. Estamos aquí juntos, gente muy diversa, colores múltiples, creando la democracia multicolor, para mandar un grito desde Bogotá contra quienes quieren perpetuarnos en la violencia y la guerra”, dijo el alcalde. El burgomaestre estimó que la movilización es la bandera verde para dar comienzo a una “nueva era, la era de la paz, que es mucho más profundo que el acuerdo de paz. El arco iris es la bandera de la nueva democracia, y en la era de la paz, la paz misma es una revolución”.

Al lado del mandatario capitalino estaba el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre, quien, sin usar el micrófono, con su presencia envió un mensaje de respaldo desde la institución que dirige a la paz. Montealegre ha sido un defensor del proceso de La Habana y un contradictor directo de la extrema derecha, que ha utilizado toda clase de argumentos y acciones políticas y jurídicas para señalarlo como amigo de la insurgencia.

Voces internacionales

“Es impactante ver un pueblo en la calle. Me llamó la atención ver a los miles de jóvenes que reclaman paz y creo que hace irreversible la paz. A veces uno tiene una paciencia impaciente y quiere que las cosas se consoliden ya, pero existen fuerzas oscuras que quieren ponerle trabas al proceso y por eso los legisladores argentinos estamos acá apoyando y trayendo también un mensaje de solidaridad desde la presidencia de la República Argentina”, fue la impresión de Aracely Ferreira, diputada de la República Argentina, quien fue una de las invitadas especiales.

Saludo

Al finalizar la tarde, llegó el saludo de la delegación de paz de las FARC. Los cien mil marchantes, que permanecieron hasta entradas las horas de la noche disfrutando del concierto por la paz, escucharon atentamente el saludo de la delegación insurgente que recibió la movilización como un respaldo al proceso de paz.

“No importa que algunos medios hubieran pretendido distorsionar los verdaderos propósitos de la marcha por la paz, ocultando voces que pedían un Plan Nacional de Desarrollo orientado a lograr el bienestar ciudadano; o las que clamaron por el armisticio y la constituyente, porque, al final, los protagonistas de la más grande demostración de respaldo a la paz nos dejaron imperecederas las imágenes del movimiento social y popular con sus pancartas y pasacalles coloridos, que le hablaban al régimen de los problemas y necesidades básicas no satisfechas, y que requieren soluciones urgentes”, dijeron voceros de las FARC.

Las delegaciones venidas de otros departamentos alistaron su ruta de vuelta en las primeras horas de la madrugada, sintiéndose, dijeron, protagonistas de la paz y los cambios. Con las banderas en lo alto se despidieron de la fría capital que los abrazó por un día calificado como histórico.

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