viernes, marzo 29, 2024
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Amor, sin cláusulas de permanencia

El día de San Valentín nos recuerda que nuestros sentimientos y contratos sentimentales deben someterse a las reglas de la convivencia. El estado y la sociedad deben comprender los cambios en la familia, el amor y la libertad

Pareja de enamorados

Mireya Gallo Piñeros

El 14 de febrero se celebró el día de San Valentín, una de las fechas que se enmarcan en recordar otra forma de mantenernos dominados, después de la semana santa, el día de la madre o el del padre. Esta fecha mantiene varios protocolos sociales y culturales impuestos bajo el statu quo. Es increíble que hoy por hoy se mantenga la idea del amor romántico, del amor eterno, patriarcal y sacrificante.

Aunque no es un tema de coyuntura, nos sorprenden las manifestaciones de amor patriarcal que se replican en las diferentes relaciones amorosas. Varias mujeres se mantienen sometidas a relaciones que son dañinas para su vida social y sentimental. Según el último estudio de la Comisaría de Familia y la Secretaría de la Mujer, de cien denuncias por violencia intrafamiliar, violencia física o económica, el 22% de las mujeres retiran la denuncia antes de una respuesta emitida por la autoridad, manifestando que se han reconciliado con el victimario, porque “lo aman y no quieren hacerle daño”.

Varios grupos de estudio feministas explican que el amor es otra forma de dominar y mantener controlada a una mujer, la dependencia emocional que se ha transmitido y enseñado a las niñas a través de la crianza y la educación, por medio de cuentos e historias de Disney, en donde la felicidad de la mujer gira en torno al amor, a ser correspondida y amada por su belleza y sumisión. Se les ha dicho que el amor es la prioridad más importante para ser feliz.

Esto ha generado que en muchas relaciones sentimentales, la mujer permita situaciones de violencia, sólo por mantener su pareja al lado, aun sin ser feliz, con las demostraciones de cariño que recibe.

Celos y desconfianza

El amor es el causante de malas experiencias en cada persona. Nadie está a salvo de ser lastimado o lastimar bajo las reglas impuestas por la sociedad. Dentro de un sistema económico neoliberal nada está exento de ser regulado y privatizado, ni siquiera los sentimientos humanos se han librado de ser controlados. Bajo esta lógica, las relaciones sentimentales se han convertido en otra forma de propiedad y de capital, algo que me pertenece y es mío para toda la vida, hasta que la muerte nos separe.

Pensar que mi pareja es mi propiedad y pertenencia, es uno de los mitos sobre ese sentimiento de control. Las escenas de celos, la desconfianza, los reproches, conflictos y gritos, constituyen una forma invisible de secuestrar y privar a la pareja de su libertad y autonomía, de cortarle sus alas y cuestionar sus decisiones.

El amor le pide divorcio al matrimonio

Hay que dejar atrás las guerras románticas, apostar por la alegría y el disfrute del amor y cambiar la perspectiva. Varias experiencias demuestran que las relaciones que se someten a permanecer en el tiempo, de jurarse amor eterno, manifiestan que el amor se acaba con el ejercicio de la convivencia. Esto está bien porque nada es eterno, lo malo es continuar con alguien a quien no amamos, pero estamos comprometidos a estar juntos. Las parejas que comparten orgasmos y risas son las que más se desean.

Los jóvenes han logrado luchar y cambiar por otras formas de expresión, otras manifestaciones y relaciones sentimentales que no coarten la libertad y autonomía, combatiendo la normatividad impuesta por la Iglesia y el estado: un amor heterosexual, monógamo y reproductivo, casado por la Iglesia o el estado. El arzobispo de Bogotá reconoce que ha disminuido el número de parejas de novios que desean casarse y recibir la bendición de Dios; los jóvenes aprendieron de los errores del matrimonio. Según Carlos Beltrán, abogado especialista en derecho de familia y separación de bienes, la mayor alegría y demostración de amor en el amor es el divorcio.

Hace pocos días la Corte Constitucional clasificó los celos como causal de separación de una persona. Es increíble que el sistema judicial imponga trabas y procedimientos legales para impedir la libertad de dos personas. ¿En qué momento se ha permitido aceptar mecanismos judiciales para controlar y mantener algo tan efímero como el amor? Según el abogado Beltrán, las parejas que pueden alcanzar un final feliz son las de estratos altos. La mayoría de parejas que se vinculan en unión libre y desean separarse tienen varias dificultades. Si están de acuerdo, deben pagar un abogado particular que los defienda.

Lo cierto es que el amor se ha mercantilizado, ya tiene un código de barras. Hoy por hoy se ha convertido en un contrato a término indefinido sin esperanzas de amar toda la vida y ser feliz.

Nuevas manifestaciones de amor

Aunque la Iglesia y el estado han hecho todo por mantener el orden, la monogamia y la heterosexualidad como la única forma para amar, los nuevos tiempos tienen un aire revolucionario; una prueba de amor contestatario son las parejas del mismo sexo que luchan por romper con las ideas confesionales, la lucha por el matrimonio LGBTI y la adopción de niños en parejas del mismo sexo, la baja tasa de matrimonios por la Iglesia y el estado han conformado un nuevo régimen del amor.

Una amor libre y disidente, un amor sin cláusulas de permanencia es promovido por la nueva tendencia entre los adolescentes, “amigos con derechos”, según Coral Herrera, feminista con doctorado en estudios culturales; realizó su tesis sobre el discurso del amor en el cine, la literatura, las novelas, las canciones, el arte, etc. Para ella una forma sana de amar es bajo la lógica de la amistad.

El sexo sin compromiso no es la depravación del hombre, es la búsqueda de la libertad, la autonomía y el desarrollo íntegro de la personalidad.

El día de San Valentín nos recuerda una vez más que nuestros sentimientos y contratos sentimentales deben someterse a las reglas de la sociedad. La responsabilidad que tienen el estado y la sociedad es comprender los nuevos cambios y significados de familia, amor y libertad.

Relaciones sin compromiso

En España y gran parte de Europa se está viviendo una nueva tendencia de parejas. El término poliamor o poliamoroso no ha llegado muy fuerte a Colombia pero no falta mucho para que las personas adopten esta nueva forma. Las relaciones poliamorosas son de tres o más integrantes, de varias mujeres y hombres que conviven juntos como una familia y se aman como esposos. “Todos con todos”.

Juanita Morales, estudiante de antropología de la Universidad Nacional, es bisexual y vive en su apartamento con su novia y su novio, Juan, como lo llamaremos para guardar su nombre. Aceptó hablarnos de su vida con sus novias lesbianas. Los tres son compañeros de estudio y decidieron vivir juntos, tienen sexo entre ellos, pagan un arriendo, se aman, se cuidan y viajan los tres. Aunque no están constituidas las parejas de tres o más personas, se consideran una pareja normal de novios.

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