viernes, marzo 29, 2024
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A propósito de penitencias, viacrucis y calvarios…

Para que efectivamente Bogotá sea referente mundial de desarrollo urbano deben construirse políticas en sintonía con la paz y basadas en la función social del suelo, la vivienda y el territorio.

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Antonio Torres Moreno
Campaña 18 de Diciembre-Por una vivienda y un barrio dignos
Pal Barrio-Tejido de Acción y Lucha Popular

Ya culmina esta Semana Santa, una semana en la que la agenda política de Nuestramérica ha estado bastante agitada. Una semana aprovechada por unos para descansar, por otros para viajar y por otros más para participar de toda una serie de tradiciones religiosas. Y a propósito de penitencias, viacrucis y calvarios, qué mejor que comenzar a leer el Anteproyecto de Plan de Desarrollo Distrital del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa. Un documento de casi 400 páginas en el cual reflejan parte de su visión de ciudad, sus objetivos y sus principales apuestas. Apenas revisando las primeras páginas, los objetivos, pilares, ejes y visiones de ciudad allí plasmados, se empiezan a esclarecer enormes desafíos a asumir.

En este Anteproyecto, se presenta un Plan cuyo objetivo principal dice ser la “felicidad”. Un Plan con unos pilares fundamentales y unos ejes transversales para esa “Bogotá mejor para todos”. En estos elementos, la paz aparece como algo marginal, irrelevante, la democracia urbana se entiende simplemente como el incremento de espacio público e infraestructura y el gobierno se entiende como mera prestación de servicios al ciudadano. Se habla de una “ciudad compacta”, de un crecimiento compacto para la ciudad, pero son conocidas ya las numerosas críticas realizadas al megaproyecto de “Ciudad Paz” (megaproyecto que en nada contribuye a la construcción de paz), con el cual se pretenden construir más de un millón y medio de viviendas en 18.000 hectáreas, sobre zonas de reserva forestal, de ronda de los ríos Tunjuelo y Bogotá, en zonas con riesgo de inundación e incluso zonas de municipios vecinos.

Avanzando en estas páginas encontramos dos visiones hacia las que se proyecta este Plan de Desarrollo: la Visión 5o. Centenario y la Visión 2020. Visiones a las que hay que dar un serio debate, más que por lo allí expresado, por lo que se esconde tras ellas. En la Visión 5o. Centenario, a propósito del debate sobre el megaproyecto “Ciudad Paz”, se expone que “los beneficios ambientales de las normas de ordenamiento y de las decisiones de expansión para hacer de Bogotá una ciudad más compacta se hacen evidentes”. Este megaproyecto es decisivo para este modelo y esta visión de ciudad. Se reitera una y otra vez el beneficio ambiental que traería permitir ese tipo de expansión de nuestra ciudad. ¿Qué beneficios ambientales pueden traer las construcciones sobre la Reserva Forestal del Norte-Thomas van der Hammen, sobre las rondas de los ríos Tunjuelo y Bogotá y sobre territorios del municipio de Mosquera? ¿Quiénes son realmente los beneficiados con estas obras y con una política de vivienda pensada para jalonar los negocios de los grandes grupos constructores, financieros y mineros?

Según esta Visión, en el post-acuerdo, el papel de la ciudad será seguir “liderando el proceso de reconciliación nacional recibiendo víctimas y desmovilizados en programas o espacios de integración”. No hay mención alguna en torno al cómo se pondrán en marcha los acuerdos alcanzados. La Paz no puede ser simplemente el apellido de un megaproyecto inmobiliario. Una Visión de Bogotá, bien sea a 2020 o 2038 debe plasmar una visión para que en la ciudad se profundice la democracia y se avance hacia una paz con justicia social, una paz estable y duradera. Cobran especial importancia temas ya contemplados en los Acuerdos parcialmente alcanzados como: protección de las comunidades rurales, preservación ambiental, Concejos de seguridad alimentaria, acceso a medios de comunicación, participación ciudadana, revisión de todo el sistema de participación en los planes de desarrollo (en particular de los Consejos Territoriales de Planeación), fortalecimiento de la participación en la construcción de políticas públicas, promoción de veedurías y observatorios de transparencia, programas de prevención del consumo de drogas y salud pública, solución a la comercialización de narcóticos.

Al contrario, se encuentra una Visión con la que se busca afianzar la entrega de la ciudad al sector privado. En esta Visión se expresa que “la eficiencia administrativa se fundamenta en servidores públicos de excelencia, sistemas de información de punta y un trabajo armónico, constante y transparente con el sector privado en tareas en las cuales su gestión es más costo-eficiente que la administración pública”. En temas como la educación se presenta la Jornada Única como solución, sin precisar cómo se asumen las observaciones hechas al respecto por el magisterio bogotano y sus organizaciones. La “vinculación del capital privado ha sido fundamental para la construcción y operación de centros educativos y hoy se exporta a diferentes naciones el modelo gerencial”. El esquema de las Asociaciones Público-Privadas (APP) es la respuesta que da esta administración distrital a las problemáticas en educación, salud, gestión y transporte. Se habla de programas colaborativos público-privados “para el manejo de la carga, la integración tarifaria y la creación de un sistema de gestión y autoridad regional de transporte”.

El sector privado juega un papel decisivo en este modelo de ciudad que se trata de presentar en las Visiones 5o. Centenario y 2020. Y el sector de la construcción sería uno de los más favorecidos, como bien deja claro el megaproyecto de “Ciudad Paz”, ya que se presenta la iniciativa de construir viviendas en la ciudad consolidada, en las zonas de expansión de la ciudad y dentro del ámbito de la región Sabana, afianzando así un modelo de ordenamiento territorial no a partir de la Estructura Ecológica Principal (EEP) sino de los grandes proyectos inmobiliarios. Es así que para los cuerpos de agua bogotanos se proyecta un modelo de andenes, malecones, parques y alamedas. Y para los jóvenes, principalmente de los sectores más vulnerables, ¡campos de verano! Para dar respuesta a soluciones que generen conflicto se reiteran las soluciones policivas y que “Bogotá, como eje del proceso de post-conflicto y reconciliación, diseñará pedagogías de servicios para la paz y fomentará la cultura de paz como eje del plan de servicio al ciudadano”. ¡Hasta la paz se entiende como servicio!

En la Visión 2020, sencillamente encontramos más de lo mismo. Incluso se evidencia el tan famoso “copiar y pegar”. “En el año 2020 Bogotá estará una vez más en camino a convertirse en un referente internacional de ciudad creativa, incluyente, sostenible y feliz”. Nuevamente una Visión descontextualizada, donde la Paz es algo marginal y la prioridad es el compromiso con los negocios del sector privado. “Nuestros empresarios estarán comprometidos con el futuro de la ciudad, serán corresponsables, jugadores y patrocinadores de Bogotá”. “En 2020 Bogotá volverá a ser referente mundial de desarrollo urbano, ecológico y equitativo. Cada ciudadano será parte del Equipo que construirá Bogotá”. Pero para que efectivamente Bogotá sea referente mundial de desarrollo urbano deben construirse políticas en sintonía con la paz y basadas en la función social del suelo, la vivienda y el territorio. Así como que, para que cada bogotana, cada bogotano, sean efectivamente parte del Equipo que construirá la ciudad, es necesario superar ese enfoque de participación que hoy prioriza las redes sociales y la participación ciudadana “on line”, a través del computador, la tablet o el smartphone.

Hay mucho en juego. Este Anteproyecto de Plan de Desarrollo Distrital y sus Visiones, son mecanismos con un claro carácter de clase que buscan cumplir con funciones como consolidar y asegurar la reproducción del libre mercado en el territorio, conservar el control de la ciudad en manos de las élites económicas y políticas y, determinar la ubicación y la distribución de los grupos sociales dentro de la ciudad. Edgar Cataño, director de ONU-Hábitat Colombia, señalaba en un Reporte hecho sobre las ciudades de nuestro país que “Colombia se está planteando un diálogo de fondo sobre los retos de la transición hacia el post-conflicto y la contribución a la paz, elementos que requieren profundizar las miradas desde lo urbano”.

Nuestras ciudades no han sido “espectadoras” en el conflicto interno colombiano, por lo que no pueden pensarse Planes de Desarrollo o de Ordenamiento Territorial descontextualizados de la solución política al conflicto y de la construcción de paz con justicia social. Se hace imprescindible la construcción de una lucha organizada por los verdaderos forjadores de la ciudad, una lucha organizada desde el barrio, desde la calle, desde la Junta de Acción Comunal, desde la universidad, desde el colegio. Nuestras voces e ideas deben confluir en un poderoso torrente popular, del cual surja esa Visión de ciudad que garantice paz y vida digna a todos nosotros. Claro está, sin permanecer al margen de las discusiones que se adelantan ya, tanto en escenarios académicos o barriales como en escenarios de participación institucional, sobre el desarrollo de Bogotá.

REMA-ACPP

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