jueves, abril 18, 2024
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A la memoria del camarada Julián Grimau García

Nelson Lombana Silva

Hace 50 años era fusilado el camarada Julián Grimau García por las hordas al servicio del fascista Francisco Franco Bahamonde, en la misma ciudad que lo vio nacer el 18 de febrero de 1911: Madrid (España).

Foto: 3Ro via photopin cc
Foto: 3Ro via photopin cc

Era hijo de Enrique Grimau de Mauro, inspector de policía y dramaturgo. Su abuelo paterno, Julián Grimau de Urssa, fue reconocido médico y alcalde del pueblo de Cantalejo (Segovia). Recibió en el bautismo los nombres de Julián Jesús Enrique Simón en la parroquia de San Antonio de Florida, el 27 de febrero de 1911.

Desde su juventud militó en la izquierda republicana. Al estallar la guerra civil, se matriculó en el Partido Comunista de España. Vivió intensamente la guerra civil desatada por el generalísimo Francisco Franco Bahamonde en la ciudad de Barcelona, dedicándose de cuerpo entero a las labores policiales.

Al caer la república española en las garras del fascismo, el camarada Grimau García no tuvo otra alternativa que exiliarse en Latinoamérica durante algún tiempo, más tarde se trasladó a Francia. Fue uno de los principales dirigentes del Partido Comunista Español (PCE) durante la dictadura franquista.

Fue uno de los dirigentes comunistas más perseguidos por el general Franco Bahamonde durante su patibulario imperio de represión y muerte.

Una sarta de acusaciones contra el dirigente comunista por parte del régimen llevó al tribunal militar, que lo juzgó condenándolo a la pena capital sin las más elementales garantías. Se le acusó de tortura, hurtos domiciliarios y supuestos asesinatos cuando era jefe de la “Checa” establecida desde 1938 en la plaza de Berenguer, el Grande de Barcelona.

Estas acusaciones falsas se recogen en textos de la época de la dictadura franquista y en el libro “Los papeles reservados” de Emilio Romero Gómez. Al parecer no hay otras fuentes que permitan realmente confirmar los hechos y las viles acusaciones de que fue víctima el camarada.

En 1954, se realizó un congreso del Partido Comunista Español en Praga. En dicho congreso el camarada entró a hacer parte del Comité Central. En 1959, sustituyó al camarada Simón Sánchez Montero, que acababa de ser detenido. Durante muchos años tuvo que moverse en su patria clandestinamente. Compartía la dirección del Partido con Jorge Semprún y Francisco Romero Marín.

Fue detenido el 7 de noviembre de 1962, mientras se desplazaba en un autobús, acompañado de dos individuos más, quienes resultaron ser agentes de la represión. Había sido delatado. Conducido violentamente a la Dirección General de Seguridad, situada en la madrileña Puerta al Sol, en el conocido edificio “Casa de Correos”, durante el brutal interrogatorio fue sometido a duras torturas, con grilletes en las manos fue arrojado de un segundo piso recibiendo violento golpe en el cráneo y fractura en las dos manos.

El camarada Grimau García le contó al abogado defensor el trato inhumano de que fue objeto por parte de la represión fascista. El ministro de Información, Manuel Fraga Iribarne, lo negó y dijo que por el contrario había recibido el mejor trato. Cínicamente, dijo: “En un momento de su interrogatorio, se encaramó en una silla, abrió la ventana y se arrojó por ella de forma ‘inexplicable’ y por voluntad propia”.

Dejando a un lado la sarta de calumnias infames, el camarada era acusado de rebelión, falta que ya había prescrito, pues habían pasado 25 años, señaló la defensa.

El juicio se desarrolló en los juzgados militares de Madrid el jueves 18 de abril de 1963, con la sala atestada de periodistas. El juez defensor del camarada Grimau García, Alejandro Rebollo, señaló que el juicio era nulo de garantías de conformidad con las leyes vigentes. Ninguna de las calumnias fue probada, a excepción de haber sido policía. El delito de rebelión era improbable dado que el camarada había pasado más de 20 años fuera de España tras el fin de la guerra, tampoco había indicio alguno que dijera que había estado clandestinamente en el país ibérico.

Sin embargo, tras cinco horas de juicio acomodado y sesgado, sin deliberación alguna, se dictó pena de muerte. El juicio por “rebelión militar” en el cual se aplicaba la ley de responsabilidades políticas de 1938. El 1 de abril de 1963, el gobierno falangista había aprobado la creación del Tribunal de Orden Público (TOP) que pretendía abolir la aberrante legislación represiva aprobada durante la guerra civil. De acuerdo a esa norma, el camarada Grimau García debía ser condenado a prisión y no a fusilamiento. Pero el asesino Francisco Franco Bahamonde pospuso la sanción de esta ley hasta tanto no fue fusilado el camarada.

El generalísimo hizo caso omiso del pronunciamiento nacional e internacional. Tanto en América Latina como en Europa se produjeron multitudinarias movilizaciones rechazando el fusilamiento del camarada. Por primera vez Nikita Jrushchov, presidente de la Unión Soviética, se pronunció solicitando al general Franco conmutar la pena capital al camarada Julián Grimau García. Lo mismo hicieron el papa Juan XXIII y diversas organizaciones populares del mundo. Se calcula que llegaron a Madrid más de 800 mil telegramas con ese mismo propósito.

Todo resultó inútil. Hacia las cinco de la mañana del 20 de abril de 1963, fue trasladado en una furgoneta al campo de tiro del cuartel. Allí debía realizarse el crimen. Le correspondía el magnicidio a la Guardia Civil, pero sus mandos no tuvieron hígados para dar la orden. El capitán general de Madrid tampoco fue capaz de ordenarle a su pelotón la ejecución. Todo parece indicar que al mismo Franco le tocó ordenar a un grupo inexperto disparar. Sobre la humanidad del camarada hicieron impacto 27 balas, pero no lograron arrebatarle la vida, teniendo que rematarlo un teniente con dos tiros de gracia en la cabeza, militar que murió loco en un centro psiquiátrico español.

El cadáver del camarada Julián Grimau García fue sepultado en el cementerio civil de Madrid. Cayó villanamente asesinado, pero su ejemplo inmaculado, 50 años después, sigue iluminando las generaciones que hoy luchan contra el capitalismo salvaje, el neoliberalismo y la brutal explotación del hombre por el hombre. Sigue iluminando el camino hacia la conquista del socialismo. ¡Honor y gloria!

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