miércoles, abril 24, 2024
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A cuatro centurias de la muerte de Cervantes

Su vida y obra están vinculadas a un momento histórico crítico, el cruce de dos siglos de oro, el XVI y XVII, cuando en Europa se estaba consolidando el modo de producción capitalista, con toda su grandeza y decadencia, su bella prosa y su magnífico verso

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Miguel de Cervantes Saavedra

Hernán Ortiz Rivas

El 23 de abril del presente año, se cumplen cuatro centurias del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, el inmortal hombre de letras y de novelas, dramas, poesías, géneros literarios de su época, siendo el primero el que le dio la mayor gloria, con su producción universal: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra eterna, cuyos protagonistas principales: Don Quijote y Sancho Panza, siguen recorriendo la tierra entera, generando al mismo tiempo, carcajadas y llantos, cogitación y desenfado, espiritualidad y diversión; los dos, caballero y vasallo, desde diferentes posiciones, continúan librando batallas a favor de los humildes, los pobres, los desposeídos, defendiendo la libertad y la igualdad de los humanos. Dice Rodríguez Marín que “Cervantes y Colón se parecen en una cosa: ambos murieron sin darse cuenta del valor de sus descubrimientos. Tan genial y profunda es la creación de Don Quijote, que ni siquiera su autor fue capaz de comprenderla del todo”. Es razonable, la anterior afirmación del conocido cervantista citado, porque Don Quijote se ha crecido mucho, su autor no alcanzó a medir la magnitud de su creación literaria, tanto que a más de cuatrocientos años, permanece llena de vitalidad y atractivo; por algo, nuestro admirable García Márquez, le dijo en una ocasión al Presidente norteamericano Clinton, que debía leer el Quijote, porque ahí están las soluciones de todo.

El Quijote de 1605 y el de 1615 reúnen temas de los libros de caballerías, en forma de parodia, como la penitencia de Don Quijote en Sierra Maestra, derivada del famoso Amadis de Gaula, el elemento pastorial, presente en el episodio de Marcela y Crisóstomo, el tema de la novela sentimental se hace visible en los episodios de Cardenio, Lucinda y Dorotea, lo picaresco se halla en la aventura de los Galeotes. Menéndez y Pelayo consideraba al Quijote como el verdadero y autentico libro de caballerías, que evocaba las virtudes y proezas del viejo ideal. No olvidemos lo que decía Marx, en El Capital, sobre Don Quijote, que había pagado caro “el error de creer que la caballería andante era una institución compatible con todas las formas económicas de la sociedad”.

Vida y obra

La vida y la obra de Cervantes, están vinculadas a un momento histórico crítico, el cruce de dos siglos de oro, el XVI y XVII, cuando en Europa se estaba consolidando el modo de producción capitalista, con toda su grandeza y decadencia, su bella prosa y su magnífico verso; Cervantes abre y cierra la nueva novela humana y moderna de todos los tiempos, escrita en medio de una sucesión de penalidades, pobreza, injusticias, cárceles, que fue su vida heroica, como soldado de Lepanto, donde fue herido; en la burocracia del Estado español, ocupó cargos de tercer orden, porque se desconocía su gran importancia cultural, siempre aspiró a venir a tierras americanas, sin lograrlo, para desgracia nuestra. Su existencia terrena se acabó hace un poco más de cuatrocientos años, para dar comienzo a la inmortalidad de su obra, que pregonaba la llegada del hombre nuevo, encarnada en un gran cervantista revolucionario, en un enorme personaje, lleno de aventuras y sueños, utopías y combates, el comandante Ernesto Guevara De La Serna. En una célebre carta a sus padres de despedida cuando iba a partir a la lucha en Bolivia, donde fue asesinado cobardemente, escribió unas frases el heroico comandante guerrillero: “Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con mi adarga al brazo”. Como puede verse, la identificación de Ernesto Guevara De La Serna, con Don Quijote es demasiado clara, precisa, ambos son extraordinarios aventureros, soñadores; en el caso del Che es de los “que ponen el pellejo para demostrar sus verdades” de “pequeño condotieri del siglo XX”.

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